¿QUIERES AYUDAR A TU HIJO/A A SUPERAR ALGÚN MIEDO?
Hace un tiempo en nuestro blog de PSYTECO, abordábamos el tema de las fobias y miedos en personas adultas. Hoy, os ofrecemos un segundo capítulo de este tema, centrando la atención en los MIEDOS INFANTILES.
Como bien sabes, el miedo es una emoción que se incluye dentro de las seis emociones básicas del ser humano.
Es adaptativa, es decir, necesaria para la supervivencia de cualquier especie. El miedo nos ayuda a identificar las situaciones de peligro y pone en marcha mecanismos tanto a nivel físico como mental para enfrentar las situaciones en las que sea necesario.
El miedo por tanto, aparece en los/as niños/as como la alegría o la tristeza, por motivos de adaptación y supervivencia al entorno.
Naturalmente, el miedo al igual que el resto de emociones, se va desarrollando para ser cada vez más eficaz y útil en nuestra vida diaria. No es de extrañar que en la infancia se desarrolle esta emoción hacia situaciones que ellos consideran como nocivas (Por ejemplo, la visita al pediatra para poner una vacuna) o en las que no pueden estar seguros de tener el control de la situación, especialmente, si ya han tenido alguna experiencia negativa en alguna de estas situaciones.
Son innumerables los casos de niños/as que sienten aprensión a situaciones como la oscuridad, la soledad en el hogar, la visita al pediatra… Estos miedos, tienden a desaparecer de forma espontánea a medida van pasando los años y van desarrollando conciencia para racionalizar todas sensaciones producidas por situaciones que realmente no son peligrosas.
Sin embargo, podemos ayudar a nuestros/as niños/as a que esta resolución llegue más deprisa y así contribuir a que desarrollen mejores capacidades para gestionar sus emociones.
Lo que podemos hacer cuando intentamos que nuestros hijos/as rebajen su nivel de nerviosismo, ansiedad o miedo ante una situación, es la racionalización de dichas situaciones donde estas emociones se producen
Sería bueno hacer una distinción entre los miedos racionales e irracionales, así podrá hacerse consciente de aquellas cosas a las que es bueno que tema, como a no cruzar la calle sin mirar, ir por el paso de peatones, no correr si tiene unas tijeras en la mano o no meterse en sitios donde puede hacerse daño son unos ejemplos de esto así como racionalizar aquellos miedos que realmente no representan un peligro real para ellos.
Uno de los miedos infantiles que refieren con mayor frecuencia los padres y madres que acuden a nuestra consulta de Psicología Infantil en la Clínica Psyteco de León es el miedo a quedarse en su habitación, sobre todo por la noche.
En estos casos, un abordaje adecuado por parte de los padres sería: hablar con el niño acerca de su cuarto:
“Tu habitación, es la misma por el día que por la noche, no importa si estás haciendo los deberes, jugando o durmiendo, nada cambia. Quizás por las noches escuches más ruidos que por el día pero eso se debe a que todo está más en silencio y cualquier sonido se percibe mejor.”
En este caso, poner una pequeña luz para que el niño/a se sienta comprendido en su miedo puede ser buena idea, pero nunca reforzado por él.
Es importante que el niño o la niña tenga claro que al miedo solo se puede combatir enfrentándolo.
Es importante estar atento a los miedos que se desarrollan en la etapa infantil, ya que aunque en la gran mayoría de los casos tienden a desaparecer de forma espontánea pero en otras ocasiones estos tienden a cronificarse y a generalizarse a otras situaciones, creando estilos de conducta de evitación hacia aquello que produce malas sensaciones en vez de afrontarlos y percibirlos como no amenazantes.
En este segundo caso, será bueno realizar aproximaciones graduales a aquellas situaciones que provocan miedo irracional para así poder ir “ganándole terreno” al miedo.
En la Clínica Psyteco somos especialistas en este tema. Si lo abordas cuanto antes, conseguirás además de solventar este problema, evitar su agravamiento.
Además, la superación de miedos por medio de la gestión emocional ayuda a mejorar la eficacia de esta capacidad frente a otras emociones que también pueden llegar a provocar malestar en la vida cotidiana, tales como la ansiedad y el nerviosismo.