CORONAVIRUS Y DIFICULTADES ESCOLARES
Una de las consecuencias más visibles de la pandemia por coronavirus que estamos viviendo, ha sido la suspensión de las clases presenciales en todas las etapas educativas.
Este aspecto, en primer lugar, ha obligado a padres, madres, niños/as y profesores/as a adaptarse de manera repentina a una nueva forma de estudiar y aprender.
Se producen situaciones nuevas.
Clases online, deberes enviados a través de mail o móvil, grupos de whatsApp…en definitiva, circunstancias nuevas, en una situación general ya de por sí, de incertidumbre para todos.
Al quedarse en casa, tanto el alumnado de Primaria como de Secundaria y Bachiller, se han visto expuestos también a situaciones diferentes con respecto a sus compañeros/as debido a la casuística de su entorno familiar.
Y aquí, nos encontramos con realidades muy diferentes que sin duda han propiciado unas mejores o peores condiciones para el estudiante en casa. Las condiciones del hogar, de los medios tecnológicos, del apoyo y situación familiar han podido reforzar las diferencias de las que nuestro modelo educativo pretende huir.
Padres o madres trabajando desde casa o fuera de ella, quizás también, por su profesión durante más tiempo; familias monoparentales, sin poder realizar un reparto de tareas o sin posibilidad de otros apoyos por la medida de confinamiento. Varios hermanos, con diferencias entre cursos académicos, la disponibilidad o no de medios informáticos suficientes para todo el núcleo familiar, posibilidad de dedicación de tiempo familiar como apoyo en la tarea…
Los esfuerzos familiares, del profesorado y de los propios niños/as para la reorganización posiblemente no vayan a ser proporcionales a los resultados porque este tiempo de confinamiento va a suponer para todos los estudiantes determinadas carencias ya que la falta de clases presenciales con su interacción y seguimiento alumno-profesor y la ausencia de interrelación entre el alumnado han hecho el aprendizaje significativo, la solución de dudas y el necesario intercambio se resientan.
Como ya hemos comentado en más ocasiones en los artículos dedicados en nuestro blog a este tema, si esta situación hubiese durado una o dos semanas, posiblemente todo esto no tendría importancia pero teniendo en cuenta que el alumnado ya no va a volver a las clases presenciales este curso, la trascendencia de las consecuencias de esta situación va a ser importante.
Escuchamos ya estos días en nuestra consulta de Psicología Escolar a muchos padres y madres hablar de “cursos perdidos”, de resignación ante el hecho de una repetición de curso e incluso se escucha hablar de aprobados generales.
Independientemente de cuál sea la situación, lo que tenemos que plantearnos es las consecuencias no sólo académicas sino también emocionales que esta situación deja en nuestros hijos/as.
En primer lugar, tenemos que prever que quizás en septiembre, en caso de volver a las clases presenciales, quizás estas tengan que ser replanteadas, con otros horarios o distribución de grupos, lo que supondrá otra adaptación nueva para nuestros hijos/as.
Todos ellos tendrán que acostumbrarse de nuevo al trabajo académico en grupo, con sus compañeros/as y con el profesor para todos/as, sin el apoyo directo del padre o la madre.
El/la alumno/a que no tenía dificultades escolares para seguir el ritmo normal de las clases, con la creación de nuevas rutinas y hábitos así como incidiendo en temas de planificación, organización y estrategias de estudio y/o reforzando determinadas carencias en alguna materia, será suficiente para que siga evolucionando de forma positiva.
Pero ¿qué ocurre con el alumnado que tenía algunas dificultades escolares?
Si ya existían dificultades escolares para seguir el ritmo de su curso, dificultades de atención, lectoescritura, dislexia, comprensión, retraso del lenguaje, impulsividad, hiperactividad o altas capacidades. U otras dificultades de origen emocional como desmotivación, baja autoestima o falta de hábito, estrategias y técnicas de estudio; esta dificultad no sólo va a seguir sino que posiblemente se habrá afianzado.
De momento y en el corto plazo, seguramente que habéis conseguido salir adelante, pero ¿cómo?:
¿Ayudando como padres hasta el punto de estar constantemente a su lado en la realización de los deberes?
¿peleando para que cada día hiciesen la tarea?
¿relativizando y pidiendo ajustes debido al desánimo y el cansancio?
¿haciendo tareas y trabajos casi por ellos?
¿organizando vosotros su trabajo?
Sin duda, todos estos esfuerzos pueden tener su fruto en el corto plazo e incluso podéis tener la sensación que con esta supervisión y apoyo directo vuestros hijos/as han mejorado.
Pero, ¿qué ocurre de aquí en adelante?
Evidentemente, ya no vais a poder seguir con este modelo de apoyo cuando se recupere la asistencia a clase y vuestro hijo/a no tendrá autonomía para ello, además de no ser positivo para su responsabilidad y autoestima.
Y ¿qué ocurre con el niño/a que tenía dificultades a nivel social, en la relación con sus compañeros/as, que sufría acoso escolar, o algún desajuste en la relación con cualquiera de sus profesores? ¿O ansiedad ante los exámenes? Posiblemente, en estos casos la situación académica y emocional de tu hijo/a haya mejorado ya que no ha tenido que enfrentarse a dichas situaciones a diario, pero…¿qué va a ocurrir a la vuelta? Le va a costar mucho más la adaptación.
Con toda esta reflexión, no queremos desanimaros ni mucho menos.
Al contrario, queremos ayudaros. Ahora aún estamos a tiempo.
Y después del esfuerzo tremendo que habéis hecho estos meses para llegar a todo: a vuestros trabajos, a la reorganización diaria con vuestros hijos en casa, al apoyo que les habéis ofrecido en el estudio y a todos los niveles, en medio de una situación difícil de gestionar a nivel emocional también para vosotros/as; tenemos que ponerle la guinda al pastel.
¿De qué modo?
Ayudando a nuestros hijos/as evitándoles el sufrimiento que un fracaso escolar genera, así como ayudándoles a recuperar el tiempo perdido superando las carencias de este tiempo y preparándoles para la llegada del nuevo curso.
Si lo hacemos, nuevamente estaremos sacando el máximo provecho a nuestra capacidad de resiliencia, saliendo fortalecidos de esta situación compleja que estamos viviendo.
Por ello, aprovecha este tiempo y el verano que tenemos por delante para retomar tratamientos psicológicos, psicopedagógicos, logopédicos, educativos o conductuales, fomenta que participe en otras actividades para aprender divirtiéndose, aprovecha para averiguar el origen de sus dificultades a través de una evaluación psicopedagógica, o si tienes cualquier tipo de duda en la educación de tus hijos/as, aprovecha para solventarla.
Para todo ello, en PSYTECO estamos totalmente disponibles para ti.
Queremos ayudarte.
Y por ello, además de nuestros servicios en Psicología Infanto-juvenil y escolar, Logopedia, Atención y Asesoramiento educativo a padres y madres llevaremos a cabo durante este verano actividades puntuales para ayudar a tus hijos/as en las posibles dificultades escolares:
Pídenos información sin compromiso en el teléfono 987 26 32 88
Psyteco, cuéntanos tu problema, te ayudamos a buscar la solución.
CLÍNICA PSYTECO, C/ Lancia, nº 3 – 2º Derecha. Tlf.: 987 26 32 88
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