Está extendida la idea de que bajo los efectos del alcohol se favorece el disfrute sexual. Aunque es un estereotipo más de los muchos que rodean a la sexualidad y la erótica.

El consumo de alcohol puede provocar cierta desinhibición en la persona que lo consume. A partir de la cual se rompen determinados tabúes o miedos que provocan como impedimentos para el disfrute. Por ejemplo, esa desinhibición puede provocar que la persona no le de tanta importancia a un determinado complejo o que se atreva a comunicar sus deseos y fantasías. Perooooo…

El alcohol NO mejora la respuesta sexual humana.

Al contrario, disminuye el control de las sensaciones. Y esto provoca que el cerebro no sea tan receptivo hacia ellas. Lo que dificulta que la respuesta sexual se desarrolle de forma placentera. 

Así pues, es muy probable que tras el consumo de alcohol puedan aparecer determinadas dificultades sexuales: disfunción eréctil, anorgasmia, dolor en el coito, eyaculación precoz o retardada y/o disminución del placer.

Por ello, si bien es cierto que igual te ayuda a mostrarte más desinhibido/a, puedes pagar por ello un precio demasiado alto: la disminución del placer

Además, bajo los efectos del alcohol, los riesgos no se perciben como tales. Lo que te puede llevar a desarrollar determinadas conductas eróticas no deseas en realidad; o que entrañen algún riesgo para tu intimidad o para tu salud. Algunos de estos riesgos pueden ser contagio de enfermedades, embarazos no deseados…

Escúchate y conócete a ti mismo/a. Tu vivencia de la sexualidad y la erótica es única e importante. En ella, también tienen lugar los miedos, las dudas y los complejos. Intenta afrontarlos, sin tabúes. Fomentando la comunicación con tu pareja, olvidándote de comparaciones con otras personas reales o ficticias y pidiendo asesoramiento sexológico en caso de que lo veas necesario.

¡No permitas que el alcohol disminuya los múltiples placeres de tus encuentros eróticos!

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