Para empezar a trabajar y mejorar tu respiración, comienza por ser consciente y sentir cómo respiras, para ello:
Túmbate de espaldas en el suelo sobre la alfombra o sobre una manta, con las piernas estiradas, ligeramente separadas una de la otra; las puntas de los pies mirando ligeramente hacia afuera, los brazos a los lados del cuerpo sin tocarlo y con las palmas de la mano mirando hacia arriba; los ojos cerrados.
Céntrate en la respiración. Coloca una mano en el lugar del cuerpo que vea que sube y baja cada vez que inspiras y espiras. Si este lugar se encuentra situado en el tórax significa que no se están ventilando totalmente los pulmones.
Practica la respiración más profundamente a fin de que el abdomen suba y baje de manera más notoria.
Ahora coloca suavemente las dos manos sobre el abdomen y observa los movimientos que realiza al respirar: el abdomen se eleva en cada inspiración y desciende en cada espiración.
Es preferible respirar por la nariz más que por la boca; por tanto, mantenga sus fosas nasales tan libres como pueda antes de realizar los ejercicios.
Observe si su tórax se mueve en armonía con su abdomen. Continúe haciendo esto durante varios minutos. Levántese lentamente.
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