Está comprobado que la testosterona, la serotonina y las endorfinas, hormonas que intervienen en el deseo sexual, responden a los estímulos de la luz y el calor, motivo por el cual es habitual que en periodos estivales surja un mayor deseo sexual.
No obstante, no son los únicos factores que influyen ya que al haber un mayor horas de luz, coincidir con periodos vacacionales y contar con más posibilidad de realizar actividades al aire libre, solemos estar más relajados, descansados y esto nos predispone al mantenimiento de nuestras relaciones sociales de forma más continuada que en otras épocas del año.
Es habitual también que surjan los llamados «amores de verano». Estos amores al coincidir con estapas de vacaciones suelen ser iniciados con objetivos a corto plazo, lo que hace que todo se viva de forma más intensa e incluso que se idealicen más, teniendo en muchos casos una fecha de caducidad que coincide con el final de las vacaciones. En este momento si uno de los miembros de la pareja ha creado expectativas diferentes o se ha planteado objetivos diferentes que no coindiden con la otra persona, puede ser fuente de cierto sufrimiento
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