Puede ser habitual que algunas personas, una vez finalizado su periodo  vacacional y ante la reincorporación a la vida activa, sufran un conjunto de síntomas que se ha denominado: Síndrome postvacacional.

Dependiendo de cada persona, este síndrome cursa de diferente forma siendo habitual una debilidad generalizada, pudiendo existir problemas de insomnio acompañados con somnolencia durante el día. Puede verse afectada la capacidad de concentración así como de organización habitual del trabajo.

La persona puede presentar cierto grado de irascibilidad y tristeza. También puede presentar síntomas físicos como taquicardia, cansancio, dolor muscular, molestias estomacales, falta de apetito…

Unas vacaciones excesivamente largas o durante las que no se ha descansado o «desconectado»  pueden agravar estos síntomas. Así como si se daba un descontento o baja motivación anterior al periodo vacacional.

Para superarlo, es positivo no conceder una importancia extrema a estos síntomas. En caso de padecerlos, es importante intentar organizarse y planificarse en los primeros días de la forma más adecuada. De esta manera podremos abordar las tareas de forma exitosa.

Si aún no has disfrutado de tus vacaciones y piensas hacer algún viaje, prevé la vuelta de tal forma que te permita un día o dos en casa previos a la incorporación para organizarte y planificarte así como acostúmbrate a los nuevos horarios y rutinas tanto de descanso y comidas de forma que no resulte tan drástico el cambio.

Intenta compatibilizar la vuelta al trabajo con la práctica de alguna afición o hobby. Si estás sintiendo cierto grado de ansiedad, es muy positiva la realización de ejercicio físico de tipo aeróbico: correr, caminar a paso rápido o bicicleta.

Si estos síntomas persisten o se agravan en el tiempo, planteate la posibilidad de consultarlo con un especialista. 

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