OTROS MITOS DEL AMOR ROMÁNTICO
En varias ocasiones hemos abordado en nuestro blog cómo determinados mitos referentes al amor nos influyen en nuestra vivencia de éste y por tanto, en el modelo de relaciones de pareja que desarrollamos a partir de dicha vivencia.
Estos mitos nacen y se desarrollan a partir del modelo en el que nos han educado, lo que nos ha transmitido la familia, lo que encierran detrás los cuentos, los juegos y juguetes, los medios de comunicación y especialmente el cine y la ficción.
Hoy volvemos a retomar el tema coincidiendo con la celebración del día de San Valentín, día de los enamorados/a.
La imagen de San Valentín nos evoca al flechazo espontáneo, ese que todo lo puede y que nace de una influencia divina sin que exista ninguna interferencia terrenal y durará para siempre. Todo esto parece motivo suficiente para que los enamorados y enamoradas no olvidemos este día de celebrar el amor, a poder ser con regalos, para que se active un poco más el consumismo.
¿No es motivo suficiente el amor para merecer una celebración diaria?
¿Son necesarios los regalos para ello?
¿No servirá el detalle de cuidar de la relación y de la otra persona día a día?
¿Esperamos en nuestra vida flechazos como los de San Valentín o como los que nos cuentan en las películas de cine?
De nuevo, mitos que nos interrumpen en nuestra búsqueda de la felicidad en pareja.
Por eso, queremos animaros a todos y a todas a que celebréis el amor pero no sólo hoy, Día de San Valentín, sino todos los días, con cada detalle del día a día.
Y siguiendo con los mitos, ¿Qué pensáis de uno reflejado en uno de nuestros refranes populares?:
“Los polos opuestos se atraen”
Evidentemente, la atracción e incluso un enamoramiento es posible con diferentes tipos de persona, aunque parezca que en un inicio no comparte nada con nosotros/as. El deseo no es monógamo ni la atracción es exclusiva hacia nuestra pareja en caso de que la tengamos. Nos pueden atraer muchas personas por diferentes motivos y en ocasiones quizás no sabríamos ni explicar el porqué. Simplemente nos atrae, nos gusta, nos despierta un deseo, incluso aunque a priori nos parezca una persona muy diferente a nosotros
Si a partir de ahí tenemos la oportunidad de conocer más a esa persona o incluso iniciamos alguna relación es probable que si las opiniones, gustos, objetivos de vida, aficiones y día a día difieren mucho, sea más difícil llegar a pactos y acuerdos que faciliten la creación de una pareja cohesionada, sin querer decir que esto sea imposible. Serán necesarias altas dosis de comunicación, negociación y determinadas cesiones.
En la cara opuesta de esta moneda tenemos el mito de la unidad.
Parece que una pareja tiene que compartirlo todo hasta el punto de convertirse en sólo uno. Esto además de ser muy difícil genera en sí mismo el riesgo de pérdida de la individualidad de cada uno, totalmente necesaria para la felicidad y futuro de la pareja.
Es muy positivo que cada uno de los miembros de la pareja pueda compartir tiempos, aficiones y actividades en otros entornos y con otras personas diferentes a fin de poder mantener esa identidad personal que sin duda enriquecerá a la pareja posteriormente.
En conclusión, ningún modelo de relación de pareja es único, exclusivo ni mucho menos el que va a garantizar la continuidad de la pareja de forma total. Es conveniente en un primer momento que cada persona defina lo que quiere, lo que espera y desea, en función del momento vital que atraviese.
A partir de ahí, con la persona deseada se podrán realizar los pactos y acuerdos que lleven a la creación de un modelo de pareja que si bien ha de estar basado en el respeto, la libertad de ambos, la comunicación y cooperación, podrá tener diferentes matices y será totalmente diferente al resto de parejas ya que a quien ha de satisfacer y hacer felices será a sus protagonistas: ella y él, ella y ella, él y él o él y ella.
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